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El riesgo de la necesidad

Son hoy. Esta noche se entregan en el Teatro Apolo los premios que Onda cero concede anualmente a quien le da la gana. Y aquí podría acabar esta entrada: cada uno hace con su dinero lo que quiere y le da sus premios a quien le da la gana pero como dos renglones es poco alargaremos la cosa hablando de cómo me gustaría que fuese. Porque creo que los premios son necesarios (y estos premios lo son) pero es triste que los que los dan se empeñen en que no lo sean y, por supuesto, que no lo parezca. O eso parece.

Puestos a parecer, parece este año la crisis ha mermado la cantidad de ellos (la calidad previsiblemente andará por los niveles de siempre) y es eso lo que sería digno de premiar: un cambio en la política de unos premios que no buscan premiar y que, cuando lo hacen, equivocan el destino, el premiado, los qués y los porqués. Antes, si la memoria no traiciona, se premiaba la mejor publicación. Qué estupenda idea premiar la calidad de qué y cómo se publica cosas relacionadas con nuestra Semana Santa. También tenían cabida los carteles y es que es un acierto premiar el mejor cartel y que eso incentive a fotógrafos, jurados e impresores. Y curiosamente ese es uno de los premios que no ha resistido la crisis. Lo que preocupa es que si complicado era medir o evaluar esto, mucho más lo es discernir quién (y en base a qué) es el mejor cofrade del año, premio que resiste.

Otro acierto es premiar a la mejor banda (y el mejor repertorio), y que eso incentive a músicos y a los que eligen estos repertorios pero es una auténtica pena que se pretenda generalizar y meter en el mismo saco la riqueza musical de nuestra Semana Santa que cuenta con bandas de cornetas y tambores, agrupaciones musicales, bandas de música, tríos de capilla, cuartetos corales... Incomparables afortunadamente. Respecto qué, quién o porqué suele ser premiado, parece que prima cualquier cosa menos la excelencia. Como todo en los premios del mucho abarcar pero el poco apretar. Es interesante echarle un vistazo a lo que premia la Fundación Machado. Aunque se ve que ellos no tienen que agradecerle nada a nadie.

Otro de los aciertos de estos premios es 'premiar' algo tan efímero y no por ello menos artístico como los exornos florales y que eso incentive a floristas y priostes pero no así premiar la uniformidad. ¿Habrá algo más inmedible? (¿habrá algo más uniforme que el Perdón en la calle que hasta coloca a sus hermanos por estatura y por tanto es merecedor del premio año tras año cosa que no ocurre?). Con la de aciertos, con la de líneas de decisión que se podrían potenciar y mejorasen tanto nuestra Semana Santa como la imagen que tenemos de ella y año tras año asistimos a una deriva de amiguismo, compadreo e intereses comerciales en forma de un reconocimiento falso que sólo alcanza a disfrutar el premiado. Estos premios no unen ni dignifican. Premiar cuadrillas en sí no ayuda. Como no ayuda hablar de 'momento estelar'. Estelar es algo extraordinario, de gran categoría y estos premios recaen en hechos ordinarios y de la misma categoría que lo que ocurre diez minutos antes y diez minutos después de lo que se premia. ¿O es que los Desamparados en la rampa es de gran categoría y una vez que la baja no? ¿O es que el encuentro no se realiza todos los años?

Premiar es bueno, porque reconocer la excelencia es potenciarla. Pero premiar también es muy peligroso porque el premiado es reflejo, espejo en el que se compara el resto. En Hollywood están los Oscars y los Razzie; unos premian la que consideran mejor película y otros la peor. Ambos son espejos en los que se compara la gente: uno es al que se quieren parecer y otro del que se quieren alejar. Ambos pretenden potenciar la excelencia. ¿Qué respuesta darían a esta pregunta los que conceden los de Guión cofrade? Los premios condicionan así que si merecerlos es complicado, imaginen concederlos...

José Ramón Suárez Ortiz

11 comentarios

Mario Lara dijo...

A dia de hoy, es la mejor entrada que he podido leer en este blog, me encantaria que la leyeran mas de uno y de dos, a ver si se van enterando un poco del tema.

Anonymous dijo...

....mira que criticar todo lo religioso.

Anonymous dijo...

A mi no me gustan esos premios, pero menos me gusta las jilipolleces de este artículo. Lo que no entiendo que haya cofradías que te inviten a dar presentaciones de carteles y pregones para decir tonterías. Eso si, felicito al administrador de esta página por otros artículos.

Anonymous dijo...

onda cero os moja la oreja a todos y os jode porqe dan los mejores premios, no hagais caso y seguir asi, gilipolla

Anonymous dijo...

buen articulo y mejor comentario
Si, es penosamente lo que hay, y mira que ya se le ha comentadolo de tener un jurado pero nada. Es la unica manera de seguir mamoneando

Anonymous dijo...

jajaja
te tenían que excomulgar

Anonymous dijo...

Sólo falta que le den un premio al propio Juan Aguilera y al Curri. Como Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como.
Menudo compadreo ha habido siempre en esos premios absurdos.

Anonymous dijo...

A mí no me gustan esos premios, pero voy todos los años a verlos.

C.Galisteo dijo...

Muy buen artículo José Ramón, por lo que veo sigue habiendo gente con el "ardor guerrero" para escribir en los blogs.

Con la de carencias que tenemos aun en nuestra querida ciudad y pensando en premios, la pregunta es, ¿nos los merecemos?.
ACOJONANTE
Un saludo José.

Kiski dijo...

No me cansaré de repetirlo. Una de las cosas más lamentables que conforman la Semana Santa de Almería.

Un Saludo

eclesiastés dijo...

Me parece una gran intervención.No sé si llevarás razón en lo que argumentas.. yo desde luego, estoy de acuerdo contigo. Pero lo que considero más lamentable de todo, es que existan personas que utilicen el insulto para criticar tu opinión respecto a estos premios. Quizás esas personas acudan al insulto barriobajero en lugar de usar los juegos de palabras o los diferentes recursos literarios del lenguaje español, porque sean ellos mismos los que nombran a los premiados sin tener ningún motivo merecedor del premio, y claro, sólo alcanzan a llamar gilipollas a quién critica no a los premios en sí, sino a la forma en que se entregan.