Un Corpus grande
Gentío para una procesión que no cambia. Se ha recuperado un gran ambiente en las calles tras unos años en los que fue decreciendo de manera alarmante el número de fieles tanto en las aceras como en las filas. Repasando imágenes de otros años, tal vez fuera el pasado cuando se tocó fondo. Hoy, felizmente es noticia el gentío en las calles por las que discurrió una procesión que, por lo demás ofreció pocos cambios.
Si acaso, la sustitución del antiguo chasis y, por tanto, del anterior sistema de locomoción del que ya hablamos en El orden del día y que ha resuelto algunos problemas de maniobrabilidad; no obstante se han complicado los de movilidad al carecer delante de la Custodia de alguien con perspectiva para dirigirla. Tras casi dos décadas con un capataz al frente de la misma, labor desempeñada históricamente por Luis Pardo González al frente de un grupo de cuatro hermanos de la Sacramental del Prendimiento que empujaban por debajo, este año la Custodia ha sido empujada por cuatro diáconos desde afuera que no han podido impedir el incidente al salir de la calle Lucano y entrar en la plaza de Santo Domingo donde la Custodia perdió la imagen de Cristo Resucitado que la corona. Curiosa ha sido por tanto la imagen ofrecida hasta la entrada en la Catedral de la Custodia sin su remate habitual desde que se estrenara hace 45 años.
Si hay una calle especialmente volcada con el Santísimo es la de Eduardo Pérez donde son constantes los pétalos que desde los balcones -engalanados con banderas de España- se lanzan al paso de la Custodia. Una Custodia que si bien ha seguido un ritmo diferente al del resto del cortejo, que ha provocado numerosos cortes a lo largo del recorrido, pero que ha permitido disfrutar de un Corpus de tiempo justo que no se ha hecho ni largo y pesado ni corto y rápido.
Las hermandades de penitencia, por su parte, respaldando de manera unánime esta manifestación con nutridas representaciones que al final aguardaban en la plaza de la Catedral la bendición a impartir por monseñor González Montes desde un altar, por cierto, cada año montado con menos gusto (o más prisa).
La salida de San Indalecio el domingo pasado ya propició tímidos comentarios de su inclusión en el cortejo del Corpus para así revitalizar la imagen del patrón. Ayer se comentaba, además, en algunas tertulias improvisadas la posibilidad finalmente truncada de que saliera el misterio de a Cena en el cortejo, aunque fuera sólo este año, con ocasión del XXV aniversario fundacional de la Hermandad. Hecho que finalmente no ha ocurrido y que en los últimos años se ha convertido en una reivindicación más o menos sólida e insistente.
No obstante, el aporte a la procesión de las Hermandades sacramentales es más bien pobre. NSin entrar en el montaje de altares, entre otros aspectos se echa en falta cera en el cortejo. Salvo un par de años la Sacramental del Prendimiento que sustituyó las varas de su representación por cera roja o este año la Hermandad de la Borriquita con cera blanca, sigue abundando la orfebrería en un cortejo extraño, en el que las hermandades y asociaciones no acompañan al Santísimo sino se representan a sí mismas.
Detrás de la Custodia, palio, Corporación municipal, banda de música y poco más. Repertorio escaso y desganado y hasta frío en la recogida en un Corpus que se ha adelantado como todo en este año que tuvimos el Domingo de Ramos más tempranero posible.
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